ORACIÓN

SEÑOR,


Enséñame a vivir
como Tu viviste.
Muéstrame el norte
de Tu senda.
Que yo pueda sufrir y perdonar
como Tu lo hiciste,
cuando te humillaron y vejaron,
cuando sentiste tentaciones
y las venciste.

Que yo pueda
también rechazarlas
y perdonar al que me ofenda.
Porque siempre habrá
caminos malos
y caminos buenos,
y tu senda es estrecha
pero transparente y abierta,
mirando al cielo,
al azul celeste.

Que vuelva tu paz
al mundo,
Que renueven las plantas
sus capullos,
Y al madurar
los frutos, las aves
alimenten y sus cantos
sean arrullos que
perduren en los campos.

Nosotros necesitamos de Ti.
de Tu mirada plácida.
de Tus brazos poderosos.
de Tus manos afanosas,
por salvarnos.
de Tu estrella, de Tu manto,
para que nos abrigue
cuando el frío de la nada
nos reclame. Entonces
queremos ver Tus huellas
mostrándonos el paso,
De ésta vida de mortales
sin alma, a la eterna
primavera de Tu estancia,
Llena de luces,
De estrellas y fragancias.

lunes, 3 de septiembre de 2007

La verdad sobre la mujer

LA VERDAD SOBRE LA MUJER

Siempre en éstos países se ha mirado con desdén y se ponen en entre dicho las actitudes femeninas a través de la historia. Se ha dudado durante años del proceder hasta de las heroínas, quienes eran opacadas por la valentía de los hombres. Hasta hace pocos años, se corrió el velo dañino sobre Policarpa Salavarrieta, la joven valerosa, que ganaba el sustento y mantenía sus hermanos a base de trabajo honrado en casas distinguidas de la capital Santafereña, pues era muy hábil costurera.

Pero las malas lenguas, que fueron testigos de su decidida ayuda en las campañas libertadoras, no encontraron otro proceder en sus hazañas, que el de ser una mujer liviana porque se salía del cause común de la inactividad femenina, para luchar hombro a hombro con los valientes y, a base de ejemplos, activar sus labores patrióticas.

Y cuando Manuelita, la Libertadora del Libertador, como se le conoce comúnmente, inspiraba a Bolívar y lo sostenía en las luchas morales que sufrió en los últimos años de su vida, en manos de hombres que corroía la envidia por su grandeza, todos veían en ella a la mujer culpable, que seguía al hombre más grande de América, por pasiones ilícitas, pero no penetraban en el fondo de ese amor y esa comprensión, hasta cuando pasados los años entraron a la historia sus cartas llenas de frases sutiles, humanas y tiernas, que ponían en claro sus bellos sentimientos. Ella salvó a Bolívar la noche septembrina, en que se atentó contra su vida, y libró a Colombia del más abominable fratricidio.

Siempre detrás de los éxitos de un hombre está una mujer: madre, esposa o hermana, que a base de esfuerzos, inteligencia y autoridad, impulsa y aconseja para lograr su marcha hacia delante. Sin la mujer no existiría el mundo, no solamente por la parte genética que encierra, sino por su presencia que obra verdaderos milagros. Solamente necesita educación y comprensión, para avanzar sobre seguro sobre todos los caminos de la vida, con neutralidad y gran ventaja.

Mi voz no es de una feminista cerrada, sino de una feminista convencida de los grandes valores que encierra la mujer. No ignora que sea apasionada, voluntariosa y decidida. Pero tenemos que convenir que sin estas cualidades tampoco los hombres podrían triunfar. Todas son indispensables. Son la energía creadora de los impulsos. Después de todo esto hallaremos la inteligencia que es la que nos educa para aceptar el trabajo en equipo y la conveniencia de oír y aceptar las insinuaciones de los demás. Así aprendemos a frenar las exageraciones y a comprender que pensando entre varios, se consigue más fácil el éxito. Lo que se llama responsabilidad compartida, que es la clave del progreso moderno. Ya no podemos pensar en una sola cabeza, la vida es una tarea que debe realizarse con ideas, que se reúnen y complementan en un todo. De la misma manera en que se arma un rompecabezas, pues en el crecimiento de la población humana del mundo, requiere un profundo análisis de los sistemas. Un planteamiento de los múltiples problemas para hallar las más adecuadas soluciones.

De modo que la mujer debe enfrentarse a las más crudas batallas, siempre que desee escalar posiciones. Hoy día estudia y es profesional en todos los campos. Se ha demorado en llegar hasta la luna porque se le considera y es tan indispensable para el hombre que teme sacrificarla en aras de la ciencia. En esto se observa un sentimiento de aprecio a sus valores y no una creencia de inferioridad.

La mujer colombiana es ante todo una madre. Cumple con los deberes que la era moderna le exige y se eleva el índice cultural día por día. Pero sus sentimientos humanos, su feminidad, la mantiene unida a la célula familiar que conforma. Siempre lucha por su futuro, pero en razón con sus sentimientos. El corazón ocupa la mayor parte de su vida y su trayectoria profesional se cierra poco a poco, con el correr de los días, a medida que sus deberes de hogar la van retirando del ejercicio de su profesión.
La mujer se reparte si la situación se lo exige y nunca deja de dar vida a todas sus obras. Cuando enviuda y tiene hijos, se realiza con mayor fuerza. Lucha como la más noble leona, por la supervivencia y conduce hasta el final sus hijos, pues se sacrifica en cuerpo y alma por la educación, la manutención, el buen nombre, hasta conseguir el éxito con verdadera consagración y desinterés.
Si miramos la mujer del presente en América, la encontramos perseguida en sus aspiraciones por las modas, los vicios y la inmoralidad más cruda. Quienes estamos en plena madurez, somos profesionales desde hace un cuarto de siglo, miramos con espanto que la mujer moderna sea víctima de todos estos enemigos, cuando tenía en sus manos un futuro halagüeño, gracias a todas sus conquistas universitarias. Un hado cruel, encontró inconveniente este desarrollo intelectual y le puso obstáculos, que debe superar con una negativa total.
No entro por esa moda en el vestir, porque me rebaja ante los ojos de los hombres, creadores de esa misma lacra. No asisto a espectáculos donde se muestra el sexualismo más crudo, porque mis valores más apreciados nacen de mi capacidad de vivir espiritualmente. Rechazo los vicios, porque degeneran la raza humana y detienen el progreso. La juventud femenina tiene en sus manos el porvenir y ante esta responsabilidad debe imponer su criterio y salvar la humanidad.

Sin mojigaterías, sin excesos de religiosidad, con la mente abierta hacia la evolución de los seres y de todos los movimientos, rechazo de un tajo la vulgaridad como el arma más poderosa que el hombre esgrime contra la pujanza intelectual de la mujer. Para triunfar en la vida se debe andar con mesura. Con la mente abierta para traspasar los umbrales y adentrarnos en los senderos que Dios quiere que traseguemos, como seres superiores que participamos con todas nuestras fuerzas en la gestación de los seres y por ende estamos comprometidas en las más duras luchas por el porvenir de la humanidad.

América es un emporio de riquezas naturales. Somos el centro de muchas miradas por tantas calidades. El atraso que mostramos, se debe a la mala política de los partidos, que se han mantenido desde la emancipación, atizando los odios y atizando la pobreza.

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